Hace unas semanas leí en un libro que tras el diagnóstico se pasan por cuatro fases:
- Fase de shock.
- Fase de reacción.
- Fase de reparación.
- Fase de reorientación.
Yo pasé por las cuatro fases, aunque no fui consciente de ello hasta que no lo leí en el libro y me vi identificada en cada una de ellas.
En la fase de shock, mucha gente también se ve envuelta en una fase de negación, aferrarse a cualquier posibilidad de un error en las pruebas. Yo la verdad es que en ningún momento lo negué, de hecho, era algo que ya me esperaba al ver mis síntomas. Pero sí que los primeros días fueron un periodo de tiempo en el que no piensas con claridad. Te limitas a hacer lo que el médico y la educadora te han dicho. Poner las agujas a las plumas de insulina, purgarlas, sujetar la pluma con toda la mano y empujar con el pulgar… No hacía más que repetirme las instrucciones todo el rato y me sentía muy torpe. Era como si volviera a ser una niña pequeña que estaba en la escuela aprendiendo. Me sentía muy insegura. ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Me estaré dejando algo?
Mi pensamiento estaba totalmente nublado. Ni siquiera fui consciente de que no me gustan nada las agujas. Ya me había pinchado unas cuantas veces cuando pensé, «a ti te daban miedo las agujas». Supongo que la mente tiene una capacidad increíble de adaptación.
Esta fase no me duró mucho, un par de días hasta que tuve mi primera visita con el endocrino. A partir de ahí, ya volví a pensar con un poco más de claridad.
La fase de reacción se caracteriza por empezar a tomar consciencia de la situación. Según el libro, se suele expresar con tristeza, lágrimas, insomnio, agresividad o amargura. A mí me dio un insomnio terrible durante las primeras semanas. No dormía nada. Me habían hablado de las hipoglucemias nocturnas y me daba miedo dormirme por si me pasaba un episodio de ese tipo y no me daba cuenta. Fui a hablar con la educadora y me recomendó que durante los primeros días probara con valerianas y, si era necesario, me podría tomar medio orfidal durante unos días para descansar. ¿Tomarme un orfidal? ¡Si me daba miedo dormirme por si no me despertaba! ¡Estando drogada me iba a enterar menos! Así que eso lo descarté. Pero probé con las valerianas. No se si harían algo, o simplemente dormía porque estaba cansada, pero pasé de no dormir nada a dormir unas 3 o 4 horas. Al final, la mejor solución fue el tiempo. A las 3 semanas ya volví a coger el sueño normal. Ante una situación de estas cada persona lo lleva de una manera hasta que uno se acostumbra. No hay que forzar, cada uno llegará a su ritmo.
La siguiente fase, la de reparación, es en la que te das cuenta de que para volver a tener una vida lo más normalizada posible vas a tener que aprender mucho sobre tu nueva realidad. Hay que dejar atrás miedo e inseguridad y tomar las riendas de la situación. Empezar a aprender. Aquí es cuando yo busqué información en internet, me compré el libro donde vi lo de las fases (en otra entrada os diré cual es) y busqué las historias de otras personas diabéticas.
Y, por último, en la fase de reorientación es cuando utilizas toda la información que tienes y la experiencia que has ido ganando para adaptar la diabetes a tu vida, y no tu vida a la diabetes. Hay que conseguir llevar una vida lo más parecida posible a la que era anteriormente.
Creo que es necesario pasar por las cuatro fases para volver a vivir con normalidad, o con toda la normalidad que se pueda. Siempre habrá que estar atentos a los niveles de glucosa, a contar carbohidratos y calcular dosis de insulina, pero que esto sea según lo que te apetezca hacer, y no que dejes de hacer algo que te gusta por estas cosas. A cada persona le costará más o menos llegar al último punto, y siempre habrá momentos de bajones anímicos, pero hay que intentar que estos sean los menos posibles.