Hace poco tiempo, me tocó ir de boda. Era la primera boda de uno de los amigos del grupo de la universidad, así que me hacía bastante ilusión. También iba a ser el primer evento de este tipo que iba a pasar con mi compañera diabetes, y tenía clara una cosa, pensaba comer lo mismo que el resto. Un día es un día y no iba a dejar que la diabetes lo estropeara.
Eso sí, que fuera a comer de todo lo que me pusieran no quiere decir que no fuera a ir controlando mi azúcar. Estuve bastante pendiente todo la noche, y lo que sí que hice fue no beber mucho, tanto por los carbohidratos de algunas bebidas como porque no quería bajar la guardia en cuanto al control de mi diabetes (una hipoglucemia puede dar los mismos síntomas que una borrachera, y si se ha bebido alcohol el glucagón no hace efecto).
Una persona con diabetes tipo 1 tiene que controlar mucho la comida, pero no porque no pueda comer cierto tipo de comidas, sino porque hay que aprender a contar carbohidratos, grasas, etc., hay que aprender el tiempo que nos cuesta hacer la digestión de cada alimento, cuánto tarda la insulina en metabolizar la glucosa… Con las insulinas de hoy en día se puede comer de todo, no hay que pasarse con ciertos tipos de comida, pero esto es aplicable a todo el mundo. No es bueno comer muchos dulces ni mucha comida procesada.
La verdad es que este tipo de eventos son bastante complicados para regularse bien. Comer fuera de casa en general es más difícil porque nunca estás seguro de cómo han hecho un alimento, ni cuánta cantidad te han puesto en el plato, y para llevar a cabo el conteo de raciones y ajustar las dosis de insulina sueles hacer suposiciones, muchas suposiciones.
Mi tratamiento actual es con plumas de insulina, así que esa noche me llevé un cargamento de agujas porque me imaginaba que las iba a necesitar.
La cena consistió en unos entrantes que iban repartiendo los camareros por el jardín, seguida de los platos grandes ya en el comedor. Esto iba a hacer que la cena se alargara sobre tres horas y que además, no supiera exactamente cuando iban a ir sacando las cosas.
Al principio, no sabía muy bien cómo hacerlo, cómo ir ajustando las dosis que necesitaba, pero al final decidí ir pinchándome insulina por cada plato que fuera comiendo. Calculé a ojo las raciones de los alimentos que iba a comer en ese momento y me ponía la insulina para cubrir esas raciones. Cuando llegaba otro plato, me volvía a pinchar. Es cierto que en la parte de entrantes, intentaba esperar a juntar varios platos para ponerme toda la insulina de vez y evitarme algún pinchazo.
A parte de los carbohidratos, había que estar pendiente de las grasas que empezarían a actuar a partir de las 3 horas de haber comido (dependiendo de las grasas que se coman claro, pero más o menos). Así que después de la cena, me tuve que poner algún pinchazo también por estas grasas.
El resultado fue un total de 7 pinchazos para una cena!!!
En cada pinchazo me puse entre 1.5 y 2.5 unidades de insulina. Mi sensibilidad por la noche es de 1 unidad para 1 ración, por lo que esa noche comí ¡¡¡¡unas 10-14 raciones!!!! Y eso que casi no bebí y tampoco toqué el Candy Bar que en años pasados (sin diabetes) habría atacado sin problemas. La verdad es que me asusté un poco de las cosas que nos podemos meter al cuerpo sin ser muy conscientes de ello.
Y bueno, a pesar de todo lo que me metí al cuerpo tampoco fue del todo mal la noche.
Es cierto que estuve alta unas horas, pero para todo lo que llevaba encima, no me puedo quejar. De todas formas, es algo muy puntual que espero que no se repita demasiado, pero estoy contenta de que la diabetes no fuera un impedimento para disfrutar de ese día como una invitada más, !incluso comiendo mi ración de postre!
Siendo célula beta 